domingo, 10 de octubre de 2010

Capítulo 4


La piedra filosofal yacía en un cofre que Virginia recogió en la sección de regalos que había en la tienda. Guardaron el hallazgo y seguidamente marcharon a su despacho de abogada para analizar la situación. Molina no se separaba del cofre y lo abría de vez en cuando para comprobar que seguía allí. Esta vez no le perdería la pista.
-Deberíamos consultar con un experto en la materia, ¿no creen? comentó Virginia.
-Si, Tinín podría darnos información de donde encontrarlo, sugirió Fermín.
-Primero me gustaría que Manuel echase un vistazo a estos símbolos grabados. Molina no quería separarse de la piedra.
-Muy bien señores, hagan lo que crean oportuno. Yo debo regresar a mis tareas, tengo que acercarme por las viñas para administrar las parcelas. Con la vendimia encima hay mucho trabajo pendiente, si me disculpan.
-De acuerdo. Llamé a su amigo y muéstreselo. Después se lo llevaremos a Tintín.

Molina fue en busca de su amigo con su pequeño tesoro.
-No te lo vas a creer Manuel, lo que hemos encontrado…
-Tranquilo Pepe, cuenta, cuenta.
-¿Recuerdas aquel episodio de mi vida que me cambió por completo?, aquel que me ocurrió en los viñedos donde encontré una piedra.
-Claro que lo recuerdo, como para olvidarlo. Casi te volvió loco aquel suceso. ¿Qué ha ocurrido?
-¡Mírala! la tengo aquí. No se cómo ni por qué pero estaba en la floristería de la chica desaparecida a dos metros bajo el suelo.
-Pero… ¿cómo es posible? Estás seguro que es la misma que encontraste tú.
-Si, segurísimo. Mira las inscripciones que tiene, son las mismas que entonces vi. ¿Sabrías interpretarlas?
-Déjame ver… espera un momento que traigo el pliego… ¡Mira Pepe! es increíble, se trata de la misma grafía.
-Entonces ¿sabes algo ya de esta simbología?
-No, necesitaré más tiempo. Aunque encuentro semejanzas entre los símbolos de la piedra y el emblema del pliego. Algunos son insignias de la cultura celta.

La biblioteca era un paraíso de sensaciones. No era la típica de un pueblo sino una combinación de estilos y decorados. Valentín consideraba que un espacio de lectura como aquel tenía que servir también para abrir las mentes. Por esa razón fue creando rincones especiales donde estabas obligado a imaginar y evadirte de la realidad; el rincón exótico con alfombra y pared tapizada desprendía aromas a esencias milenarias, el rincón francés estaba acondicionado con una gramola y cortinas de encaje, el rincón pirata tenía mapa del tesoro y espadas cruzadas. Siempre que lo visitaba Fermín se sentaban en el rincón del misterio. Tenía una mesa maciza con grandes butacas, lupa y carpeta de cuero sobre ella con un juego de estilográficas reservadas para las firmas importantes.
Allí estaban sentados tomándose dos cafés que Valentín había preparado en su cafetera italiana. Le relató todo lo ocurrido en la tienda y la existencia de la piedra misteriosa grabada con signos especiales.
-No me lo puedo creer… ¿seguro que este Molina no tiene alucinaciones….?
-Mira, no se si las tiene o no, pero hay muchas coincidencias entre su relato y todo lo que rodea a la desaparición de Male.
-El museo de las civilizaciones tienes manuscritos con diferentes tipos de escritura. Además tiene especialistas en lenguas muertas. Si me proporcionas la piedra podría llevársela para que la compararan con lo que allí tienen.
-No se cuando podré traerla, Molina no se separa de ella.
.No importa, hazle una foto o grábala incluso, eso de momento serviría.

Era extraño como habían sufrido desperfectos los tejados de las casas y sin embargo los viñedos estaban intactos, pensó Virginia. Sería verdad la historia que contó Molina, se preguntaba. Desde el año en que dijo le había ocurrido el magnífico suceso, las vides se habían fortalecido sin atacarles plagas ni afectarles heladas. Las uvas tomaron renombre por su calidad, hasta los mostos eran codiciados por las grandes marcas comerciales. Si esa piedra tenía el poder de garantizar unas viñas sanas y sin problemas, esa piedra era un tesoro.

Fermín seguía en la biblioteca cuando le llamó Molina.
-Dígame Molina.
-¿Dónde se encuentra? Podemos quedar ahora para enseñarle la piedra a ese amigo suyo que mencionó.
-Ahora mismo me encuentro con él en la biblioteca, le esperamos aquí.
-¡Tinín! ¡Tinín!
-¿Qué pasa? ¿Quien te ha llamado?¿Eran buenas noticias?
-Si, viene hacía aquí Molina con la piedra.
-¡Genial! Prepararé otro café mientras esperamos.

Chispi seguía contándole lo de la piedra a su amigo Sultan cuando sin más la cascada que se rompía en el lago desapareció. En ese momento el silencio se hizo en todo el lugar, se paralizaron los pajarillos, los cisnes, el tiempo… Al momento, por donde antes bajaba la cascada apareció una mariposa. Era luminosa y de colores alegres como el arco iris. A su paso dejaba una estela de brillantes estrellas.
La magnífica mariposa se posó en uno de los cerezos y tras un minuto en reposo levantó el vuelo y desapareció por donde había llegado. La cascada volvió a su cauce y todo volvió a la normalidad.
Chispi y Sultan no articulaban palabra.
Se levantó una suave brisa y la sacerdotisa del otoño hizo su aparición. Al cambiar la estación siempre anunciaba su llegada de forma simbólica. Las mariposas daban la bienvenida y la despedida del verano. En realidad eran pequeñas ninfas que acompañaban a las sacerdotisas en el cumplimiento de los pasos estacionales.
Una capa tejida con un entrelazado de hilos de seda y hojas secas envolvían su estilizada silueta. Su pálida tez combinada con el blanco arrugado de sus manos alargadas. Se acercó a los dos sorprendidos espectadores que admiraban el momento y les dijo:
-Las estrellas me han guiado, el viento me ha empujado, las plantas me han llamado y hasta aquí he llegado. Saludos amigos del bosque, el cambió de estación llegó.
Sultan se apresuró a prestarle ayuda ya que se ayudaba de un bastón para mantener el equilibrio. Los años pasaban y ya eran muchas las estaciones vividas.
-Aquí está el pequeño Sultan siempre dispuesto a ayudar. No temas pequeña. Me llamo Ovidia y traigo la serena calma después del ajetreado verano.
-Había oído hablar de ti, pero nunca te vi. Mi nombre es Chispi y soy la guía y guardiana del bosque.
Mientras conversaban bandadas de aves volaban en retirada hacia la estación pasada. Le relataron la historia de Malena y la piedra filosofal. Ovidia quedó pensativa…
-Lleva tiempo desaparecida aquella piedra. Mandé a la lluvia para buscarla entre las rocas perdidas, bajo el suelo, sobre las plantas y… nada de nada. Desde que la diosa del la tempestad se la arrebató al árbol sagrado, la piedra buscará el alma de su árbol que migró tras quedarse sin ella… e intuyo que Malena posee ese alma.
-SI, ¡eso es!... gritó Chispi con alegría. Los robles la coronaron como su reina y la protegen día y noche.
-Entonces hay que encontrarla lo antes posible para que vuelvan a estar juntas, dijo Sultan.
-Si, pero no es tan fácil. No sabemos donde está, ese es el problema. Tendremos que esperar a que la propia naturaleza nos deje pistas o la misma piedra encuentre su alma guiándose por la energía que las une, contestó Chispi.
-No os preocupéis pequeños, todo llegará a su debido momento. Seguid con los preparativos y tranquilos.

Empezó a llover y Molina metió el cofre con la piedra en su bolsa. Como le gustaban esos días de lluvia. El olor de la tierra mojada le transportaba a aquellos inolvidables momentos paseando por el campo con su padre. Era un niño entonces y recogía caracoles cuando les salían al paso… pero había pasado tanto tiempo.
En la biblioteca lo recibieron con entusiasmo. Valentín estaba impaciente por ver el magnífico hallazgo. Su excelsa imaginación le proporcionaba mil respuestas para la resolución del misterio pero trataba de dar una imagen pragmática para que lo consideraran más en serio.
-Encantado Molina, no había tenido ocasión de conocerle, no para mucho por aquí.
-Había oído hablar de la original biblioteca con muchos elogios pero veo que se han quedado cortos.
-Pase, pase y siéntese. Cuéntenos que ha descubierto.
Molina abrió su bolso y colocó el cofre sobre la mesa maciza. Toda la atención se centró en aquel recipiente de madera forrado con terciopelo azul que el investigador había custodiado desde su descubrimiento. Despegó el cierre adhesivo y mostró su interior a la pareja de amigos.
-¡Uy! Parece una pieza valiosa. Se asemeja al cuarzo blanco con inscripciones plateadas, me atrevería a decir que se han realizado con algún tipo de aleación fuerte para poder adherirse a la piedra.
-Si Tinín, este tipo de roca no es muy común y tiene un alto grado de dureza.
-Compruebo señores que no son profanos en estos temas pero les tengo que decir que lo importante es lo inscrito en su superficie.
-Propongo hacerle una foto uy mandarla por fax al museo, seguro les interesa comentó Tinín.
Acordaron hacer la foto y mandarla para tener noticias lo antes posible. Molina recogió el tesoro y se marchó a su despacho para seguir investigando pero con la piedra a su recaudo.
La pareja de amigos se fueron al bar de Pepa, necesitaban que el tiempo pasase rápido hasta que lo s del museo les llamasen. Se sentaron en la mesa más cercana a la fuente que transmitía calma con el suave sonido del flujo de limpias aguas.

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